Llegado el momento de una ruptura matrimonial conviene mirar al futuro, principalmente el propio y el de nuestros hijos.
Entre padres separados son demasiado habituales las disputas derivadas de la distinta forma de ver o de enfrentarse a situaciones de lo más diverso concernientes a la vida de sus hijos. Entre la infinidad de episodios de estas características que se producen, entre los muchos que conocemos en nuestro entorno, han llegado a nuestro conocimiento realidades muy diferentes.
Somos conscientes de que, en algunos casos, estos desencuentros se producen por alguna circunstancia que podría considerarse menor y, en otros, el motivo del enfrentamiento tiene verdadera enjundia. De la misma manera, a veces la disputa se refiere a un aspecto común a ambos progenitores -solo cabe una decisión que afecta a los dos, sea por caso ‘el colegio en el que se matricula a la criatura’-, otras veces se basa en la decisión de uno en el tiempo que le corresponde, pero que el otro entiende que afecta en general -borrarle de una actividad extraescolar, alimentarle de tal o cual manera…-.
Con el paso de los años, dado que la aprobación del divorcio en España podría considerarse reciente, en términos históricos, hemos aprendido a gestionar mejor una situación vital demasiado compleja, de forma que cada vez es porcentualmente mayor el número de litigios que se solucionan de formas amistosas, prudentes y sensatas, lo que siempre redunda en beneficio de los hijos. Al fin y al cabo son ellos quienes salen perdiendo de las ‘guerras entre los padres’, se convierten en las víctimas inocentes. Es cierto que el primer impulso en una situación de conflicto, más en las características tan marcadas como los divorcios, trata de dar prevalencia a la pasión sobre la razón. Por ello son convenientes dos decisiones. Una previa, asumir, cuando las cosas van bien, que el riesgo de ruptura existe siempre e interiorizar que, llegado el momento, es mejor obrar con razón que convertir a los hijos en armas arrojadizas. Otra, posterior, entender que el consejo de profesionales como los del gabinete Abogados Matrimonialistas siempre será de ayuda.
También porque, por más que se pretenda conocer todo, la vida siempre aporta novedades, circunstancias desconocidas hasta un determinado momento. Recientemente ha salido a la luz pública el enfrentamiento entre dos padres separados por algo tan novedoso como la decisión a tomar al respecto de vacunar o no a sus hijos. La salomónica resolución del correspondiente juzgado de familia de Barcelona no se ha adentrado en el territorio concreto, sí o no sobre la vacunación, sino que ha limitado a resolver quién tiene la facultad de decidir.
Resumen: Los conflictos entre padres separados están a la orden del día. Tener claro, antes de que suceda, que velar por el bien de los hijos implica evitar que se conviertan en víctimas de un enfrentamiento y, posteriormente, contar con la asesoría de expertos como los del bufete Abogados Matrimonialistas evita un sufrimiento innecesario en los menores.